AVILA LOCAL No podía ser de otra forma: el sonido de las gaitas, los tambores, las flautas y los platillos anunció ayer, un año más, el comienzo de una de las fiestas más esperadas por los abulenses, el Mercado Medieval. Son ya doce los años en los que las calles de la capital transforman durante unos días su apariencia habitual y regresan a la Edad Media, poblándose de puestos en los que todo está al alcance de la mano. Como ocurre en las casi 250 paradas que esta edición participan en el mercado, una cifra más que positiva según valoró ayer el teniente de alcalde responsable del área de Turismo, Áureo Martín, minutos antes de dar por inaugurado de forma oficial el encuentro. «No hemos querido dejar a nadie fuera», comentó Martín, que destacó la «gran demanda de los ciudadanos de Ávila para instalar sus puestos». Por ese motivo, aseguró que desde el Ayuntamiento se había sido «flexible» para que «nadie quedará discriminado». Así, los abulenses han ‘tomado’ el mercado, y se agrupan, sobre todo, en dos zonas: la plaza del Teniente Arévalo, donde destaca además la presencia de asociaciones abulenses, y la plaza de Adolfo Suárez, en la que los más pequeños hacen sus pinitos como comerciantes. Pero el Mercado Medieval de Ávila es mucho más. Y ayer lo pudieron comprobar en vivo y en directo las miles de personas que se acercaron a recorrerlo en su primera jornada de apertura. Porque a pesar de que el viento y las nubes trataron de estropearles la visita en algún momento, las calles del centro de la ciudad se llenaron de paseantes, ansiosos por conocer las novedades que este año se encuentran en el mercado. Novedades que, por cierto, se verán reforzadas el año que viene, tal y como avanzó ayer el teniente de alcalde de Turismo. «Estamos ya buscando novedades importantes para potenciar el mercado», comentó Martín, para el que resulta fundamental el hecho de que esta fiesta «tenga un carácter diferenciador, porque el marco histórico y artístico de la ciudad se lo merece». Pasacalles de todo tipo. Y acompañando a los visitantes, cómo no, los actores y actrices que cada año animan las calles del mercado, poniendo una nota de música y color a las compras. Ayer, los encargados de romper el hielo fueron los músicos y actores encargados del pasacalles inaugural, un sencillo pero bonito espectáculo en el que llamaba la atención, sobre todo, un curioso mago que recorría las calles de Ávila sobre una original alfombra mágica. Y entre músicos y juglares destacaba, cómo no, la presencia de los comerciantes y artesanos, todos ellos ataviados con sus trajes de época y mostrando, algunos, cómo se realizan las piezas que después estarán a la venta. Armeros, alfareros, grabadores, sopladores de vidrio, perfumeros... todos los gremios están representados en el mercado, en el que se puede comprar desde joyas a juguetes, pasando por hogazas de pan o chocolate. Porque si todos los puestos tienen éxito entre los paseantes, aquellos que ofrecen alimentos son los que más visitas reciben. Pan, golosinas, chocolate, hierbas e infusiones... llenan de aromas las calles del centro de la capital, como también lo hacen los puestos en los que, en el mismo momento, se pueden recargar las pilas y llevarse a la boca algo caliente: parrilladas, crepes, pulpo... invitan a los visitantes a hacer un alto en el camino para reponer fuerzas. La primera jornada de la XII edición del Mercado Medieval estuvo protagonizada también por un gran pasacalles festivo a última hora de la tarde, en el que participaron algunos miembros de la corporación municipal. A ellos se les unieron comerciantes, magos y músicos, saltimbanquis y guerreros. Todos juntos recorrieron algunas de las calles más céntricas del mercado, como la plaza del Mercado Chico, centro neurálgico del mismo, o la plaza de la Catedral, poblada de puestos de alimentación. El broche de oro a la primera jornada llegó de la mano de una novedosa actuación en la que los protagonistas absolutos fueron unos de los personajes que la literatura y el cine ha relacionado siempre con la Edad Media: los leprosos. ‘El carro de los leprosos’ sorprendió a turistas y abulenses bien entrada la noche en el Episcopio. Desde allí partió el grupo hacia la plaza del Mercado Grande, llenando la ciudad de humo y fuego, el que portaban en sus antorchas. Su misión era clara: además de entretener a los visitantes del mercado, los leprosos debían purificar el aire con el fuego, para evitar posibles contagios. La música tradicional de Candeal sirvió para cerrar el primer día del mercado. Y muchas cosas más... Por cierto que junto a todas estas actividades, destacadas en el programa de actos redactado para la ocasión por el Ayuntamiento, destacan también otras muchas, de las que pueden disfrutarse a cualquier hora del día. Porque además de la imprescindible visita a los puestos del mercado, en los que resulta inevitable realizar alguna compra, los visitantes pueden acudir, por ejemplo, a la exposición de cetrería que, un año más, ha vuelto a quedar instalada en los jardines de San Vicente, o al poblado medieval recreado en la plaza de la Catedral. Un auténtico campamento medieval y una exhibición de arqueros en San Vicente; un paseo por el barrio judío instalado en la calle Reyes Católicos; la visita al zoco árabe de la plaza de Pedro Dávila... tampoco pueden faltar en la visita, que si se realiza en compañía de niños también puede incorporar una parada en los jardines de San Vicente, donde ha quedado instalado un gran rincón infantil, con talleres y actividades pensadas sólo para los más pequeños de la casa. Textos e imágenes tomados del periódico online diario de avila. es
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