Se considera que Ávila surge en el siglo VIII antes de Cristo, cuando tribus celtas fundan una pequeña aldea a la que denominan "Obila". Luego se apoderaron de ella los romanos, quienes le dieron el nombre de Abila (también Abela).
La invasión árabe conquista estos territorios en el año 711, apoderandose de ella por su valor estratégico ya que podía aprovecharse como un punto de encuentro y reaprovisionamiento para las fuerzas con las cuales invadian Europa.
Por esa razón, sucesivos ejercitos cristianos intentaron tomar la ciudad, aunque los resultados no fueron, durante décadas, demasiado significativos: a una victoria militar española se sucedia una musulmana, haciendo que el control de la ciudad fuera de una mano a la otra sin que el poder definitivo fuera de nadie.
Solo en el siglo XI se constituye una operación militar importante encabezada por Don Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI, cuyo objetivo era proteger Toledo cercando y fortaleciendo las ciudades de Ávila, Salamanca y Segovia.
Así comienza la repoblación de Ávila con hombres y mujeres de otras tierras, entre ellos leoneses, asturianos y gallegos que llegan a superar, en 1250, los seis mil habitantes que incluyen a cristianos, moros y judios.
En el siglo XV y XVI, gracias al interes de los reyes y sus fastuosas cortes, la ciudad prosperó, permitiendo que se asentaran allí importantes familias permitiendo asi el nacimiento de personajes célebres como Santa Teresa de Jesús.
Durante los siglos XVII y XVIII, como consecuencia del nombramiento de Madrid como capital, y el consecuente traslado de la nobleza a esa ciudad, Ávila sufre una éxodo que deja su población limitada a unos pocos miles de habitantes; situación que se revertirá en el siglo XIX con la llegada del ferrocarril, que convertira a la ciudad en un importante centro social y comercial.
En 1985, Ávila fue declarada Patrimonio de la Humanidad, y desde el año 2005 integra la Red de Juderías Españolas.
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