Muchas de las mejores obras de ciencia ficción contaban el contacto entre los habitantes de la tierra y seres venidos de otros planetas. En la mayor parte de los casos esas descripciones mostraban un pie de igualdad entre ambos planetas, el nuestro y el de los visitantes...
Sin embargo, la mejor obra del género fue diferente porque mostraba una perspectiva completamente diferente. En Picnic Extraterrestre, los protagonistas viven en una zona siberiana rusa y quieren ver que pasó en ese inmenso lugar donde se celebró, en algún momento, una fiesta extraterrestre que les permitió a los habitantes del lugar tener acceso a los restos del festín ajeno.
Esa perspectiva diferente, de colocar a los seres humanos en la posición de hormigas disputándose los bienes abandonados por extraterrestres que ni siquiera tomaron nota de su existencia sirve para pensar lo que hicieron los empresarios liberales en los noventa.
Porque, bien a principio de los años noventa, infinidad de pequeños y medianos negocios fueron comprados por grandes corporaciones que, sin pensar para nada en las personas que habían trabajado allí, las cerraban, dejando familias enteras en la calle.
Hoy, pleno 2011, la consecuencia de esas acciones comerciales brutales recién comienza a retroceder, en parte gracias a Valles del Esla, una compañia que tuvo una idea que hizo escuela: partir de la recuperación tradicional de la actividad ganadera de León para crear un producto cárnico de alta calidad como es la cecina de León.
Para cumplir con sus objetivos de producción y trazabilidad garantizada la empresa cuenta con un matadero y una sala de despiece propios, unidos a una larga trayectoria en la comercialización de productos de alta calidad.
Para saber más al respecto solo ingrese al sitio web de Valles del Esla: vallesdelesla.com
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